viernes, 8 de junio de 2012


Cuando la tecnología nos enferma

No es una epidemia, pero los casos de tecnoestrés están en aumento. Mal de la era digital y de las conexiones omnipresentes, se manifiesta como ansiedad, nerviosismo, fatiga y hasta adicción. Cómo detectar el problema y evitar un uso abusivo de gadgets e Internet
Por Débora Slotnisky  | 

 A nadie sorprende ver a personas que están todo el día con el teléfono en la mano como si fuese una extensión de sus cuerpos. Hay quienes no apagan sus equipos ni siquiera en el cine o en las salas de internación médica, donde están expresamente prohibidos. También hay casos de personas que pasan largas horas frente a la computadora, sin poder dejar de chequear y actualizar las redes sociales.
Bien es cierto que el avance tecnológico facilita en muchos aspectos la vida de los usuarios, pero la relación persona-aparato puede volverse patológica.
Aunque no hay estudios científicos que den cuenta de la prevalencia del tecnoestrés en la sociedad, una investigación reciente de Intel en varios países del mundo detectó que el 40% de los usuarios permanece 24 horas, siete días a la semana, conectado a sus dispositivos, mientras que 8 de cada 10 duermen con su celular al lado. Los profesionales consultados por La Nacion consideran que, sin que sea una epidemia, una proporción significativa de la población puede estar aquejada por estos males de nuestros tiempos. De hecho coinciden en que las consultas por este tipo de casos están en aumento: "Me ha sucedido de estar atendiendo a un paciente al que le suena el celular; éste pide disculpas, pero responde a la llamada dándole prioridad por sobre el diálogo que está manteniendo conmigo acerca de su salud. Tras finalizar la conversación, el paciente apaga el celular, pero en cuestión de segundos, otro teléfono en uno de sus bolsillos empieza a sonar", ejemplifica el Dr. Daniel López Rosetti, que preside la comisión directiva de la Asociación Argentina de Medicina del Estrés (Sames), para describir el caso típico de un paciente tecnoadicto.
 Consejo: no verificar el correo laboral durante los fines de semana. Foto: Corbis
El término tecnoestrés comenzó a oírse en los años 70, entendido como la sobrecarga de información que puede alterar a las personas. Durante la última década, y a medida que las tecnologías se fueron haciendo cada vez más masivas y de uso más cotidiano, este concepto comenzó a utilizarse con más frecuencia.
"De todos modos, aún no está clasificada como enfermedad dentro del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSMV-IV), que contiene una clasificación y proporciona descripciones claras de las categorías, con el fin de que los clínicos y los investigadores de las ciencias de la salud puedan encuadrar, estudiar, intercambiar información y tratar los trastornos. Esto es así porque lleva muchos años modificar la clasificación de las patologías. En psiquiatría las últimas actualizaciones fueron hace unos 15 años. De todos modos es esperable que en el próximo DMS-V se incluya al tecnoestrés", especula el Dr. Juan Manuel Bulacio, psiquiatra y presidente de la Fundación Iccap, Instituto de Ciencias Cognitivas Aplicadas.


Tecnofilia sin límites: cuando el daño del cuerpo esta permitido

Se implantó imanes en el antebrazo para llevar siempre su iPod Nano

Un tatuador profesional y excesivo fanático del reproductor de mp3 se ha implantado imanes en su muñeca para llevar su iPod.

Un joven tatuador de Nueva Jersey se implantó en su brazo cuatro pequeños imanes, con la misma técnica que utiliza para colocar "piercings" a sus clientes, con el fin de poder llevar siempre su iPod adherido a la muñeca como si fuera un reloj.

Dave Hurban, de 21 años y miembro de la plataforma de artistas Dynasty Tattoo, se injertó cuatro imanes en su brazo izquierdo, cubierto enteramente por coloridos tatuajes, para que coincidieran exactamente con las dimensiones de su iPod Nano 6, según se puede ver hoy en un vídeo colgado por el joven en Youtube.

Para ello, tomó escrupulosamente las medidas de ese reproductor de música y empleó la misma técnica que utiliza para instalar "piercings" en el cuerpo de sus clientes, a lo que se dedica desde hace tres años en el estado de Nueva Jersey.

"Es como si llevaras un reloj o un anillo que no te quitaras en ningún momento", aseguró en una entrevista con el canal de televisión CBS Hurban, quien sólo tardó treinta minutos en implantarse los imanes.

El joven tatuador explicó además que no ha tardado ni dos semanas en poder hacer ejercicio o mover la muñeca con normalidad y que el iPod, que utiliza principalmente como reloj, puede desprenderse de su brazo si se le da un golpe con fuerza.

Asimismo, afirmó que las reacciones que ha suscitado su ocurrencia son todas positivas, como las que recabó en la Convención del Tatuaje celebrada en Baltimore o en su propia tienda, en la que asegura que más de 35 personas le han pedido una intervención similar, aunque todavía no sabe si comercializará la idea ni si la aplicará a otros.

Incluso su madre, "que no sabe cómo funciona la tecnología", según Hurban, ha manifestado su conformidad con el invento.